Castes

Castes o el poder de seducción

La voz de Galicia

Su sexta edición enraíza al salón de Vilagarcía como una toda una referencia, con la presencia de 85 bodegas de toda la península, el Piamonte y la Borgoña

En su sexta edición, el empeño de Sito Dieste por sacar adelante una feria del vino independiente en Vilagarcía demostró ayer que los proyectos planteados con los pies en el suelo y el ojo en la diana siempre tienen recorrido.

Entre la plaza de abastos, donde se desarrollaron el abierto de catas por equipos, la última aula guiada y la fiesta final —a la que la exposición de pintura y escultura del programa Videafest le aportó un complemento redondo, con obras de Uxío López, Xaquín Chaves, Francisco Pazos, Natasha Lelenco, Xosé Vilamoure y Manolo Chazo—, y la de la verdura, Castes reunió a varios centenares de amantes del vino en torno a 85 bodegas bien elegidas. Todo había sido seleccionado con criterio para acercar a la capital arousana el trabajo de un puñado de gentes entusiastas, entregadas a su labor y capaces de embotellar el carácter de sus territorios de origen para servírselo al mundo en una copa.

Bodegueros, comercializadores, restauradores, aficionados, representantes de toda la cadena, si así puede llamársele, se dejaron caer por el salón vilagarciano en la consolidación definitiva de una cita que parece haber alcanzado un feliz equilibrio. Su poder de seducción pesca en Galicia, en primer lugar, pero también en el conjunto de la península, con un guiño constante a Portugal, sin que nunca falte una invitación a grandes comarcas del resto de Europa. En esta ocasión, la Borgoña francesa y el Piamonte italiano.

Aunque las hay, no es este el lugar para buscar las esencias de ninguna denominación de origen, sino la mano de cada elaborador en cada añada, el cuidado de la tierra y el viñedo, su expresión. El vino, en fin, entendido como lo que es, dotado de personalidad individual y colectiva, aunque resulte paradójico.

Castes lleva camino de hacer comunidad, y eso también es importante. No había más que observar la plaza de la verdura, repleta desde la una hasta las siete de la tarde. Como lo es el respaldo institucional que ha encontrado en el Concello de Vilagarcía —el alcalde, Alberto Varela, y el concejal Álvaro Carou participaron en el brindis de la tarde— y en la Diputación, con la presencia de Luis López en el foro del sábado. Por fin, es de subrayar su vertiente solidaria, puesto que Sito Dieste contó con la gente de la fundación Lar en tareas de organización. Sus usuarios, que no solo se enfrentan a la dureza de la enfermedad mental, sino también a un estigma en la mayoría de las ocasiones injusto, no podían estar más satisfechos: «Escribe que estamos muy agradecidos a Sito, porque podemos demostrar que somos útiles», aseguraba uno de ellos en plena faena.

Un pequeño lujo, en definitiva, en el que hasta la elección del escenario fue acertada. De acuerdo, los mesados de la plaza de la verdura tal vez sean un tanto anchos para el diálogo que el bodeguero siempre entabla con quienes degustan sus elaboraciones. Pero es difícil imaginar un lugar mejor para acoger este crisol de culturas y tradiciones que la red Slow Wine, presente también en la feria, resume en un principio: «Un vino bueno, justo y limpio».

Centenares de referencias. Castes contó con la presencia de 85 bodegas procedentes de Galicia, Portugal, el resto de la península, la Borgoña y el Piamonte. Elaboradores, distribuidores, restauradores y amantes del buen vino respondieron a la convocatoria. Es difícil calcular el número de referencias que se degustaron, pero estuvieron, seguro, por encima de las 300.

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